Este sábado, 17 de mayo, pasamos una jornada estupenda en la ciudad de Salamanca. Allí su Plaza Mayor nos acogió, y, aunque en principio solo íbamos para estar por la mañana, terminamos quedándonos todo el día. Agradezco a la organización, y, más concretamente a Paco, por prestarme la caseta de firmas donde acampé junto con mis libros.
Mención especial para el público de la Feria
del Libro de Salamanca: interés, amabilidad, escucha y confianza. Buenas
conversaciones e impresiones, gracias a todos los valientes que se
llevaron uno de mis libros: espero conseguir engancharos con Carla y
Clara.
Pero con diferencia lo que colmó mi corazón, fue la atención de mis mejores lectoras salmantinas, Afra y Nieves. Dos mujeres encantadoras que fueron expresamente a conocerme y que me acompañaron durante toda la jornada. Una me llevó
pastas y personas interesadas en mis libros; y otra, nos invitó a
comer, me dejó su precioso duplex en la misma Plaza Mayor para
descansar, y estuvo todo el día presente buscando a cada momento nuestra
comodidad. Qué gusto saber que aún existen personas desinteresadas,
honradas y atentas. En este mundo de egoísmos, envidias, y zancadillas,
uno se sorprende de la bondad con la que en ocasiones se topa. Gracias
Afra, amiga, compañera, fan de mis libros... Solo por haberte conocido
merece la pena la lucha y el esfuerzo de todos estos años. Sigue así.
Seguid todos así. ¡MIL BESOS!
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